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domingo, 22 de enero de 2017

BIOETICA - CONTROLES ETICOS EN LA PRACTICA ODONTOLOGICA

Responsabilidad Profesional en Odontología
RPNEWS consultó al Dr. Armando Andruet (h) por el caso del Odontólogo Dr. Jacobus Van Nierop

Publicado: Martes, 26 Abril 2016 14:32

Respecto de la impactante noticia del "dentista del horror" acusado de destrozar la boca a más de 100 pacientes en Francia, el Dr. holandés Jacobus Van Nierop que compareció ante la justicia para responder a la acusación de haber mutilado las bocas de personas en la pequeña localidad de Château-Chinon, RPNEWS-ONLINE consultó a dos destacados profesionales quienes nos hicieron llegar su importantísimo aporte que compartimos con ustedes.
Controles de los Colegios Profesionales de las Prácticas Profesionales. El Caso del Odontólogo Dr. Jacobus Van Nierop. 
Por Armando S. Andruet (h)
 
En la práctica médica y en el discurso bioético, está reconocida la figura del encarnizamiento terapéutico la cual supone, un ejercicio innecesario de un profesional de la salud sobre su paciente y que dicha realización, un resultado intrascendente frente a la gravedad del problema. Por ello también, se dice, que el encarnizamiento terapéutico conforma una suerte de ejecución de actos fútiles; con lo cual, aunque puedan ser terapéuticamente correctos, se tornan en el momento de ejecutarlos inmerecidos frente al cuadro clínico en cuestión. Otros más severos dicen en lugar de lo destacado, que corresponde hablar de ensañamiento terapéutico.
El caso del Dr. Van Nierop, acorde a la noticia periodística, permite varias reflexiones a mas de la legal y que ciertamente compete ella al tribunal interviniente quien habrá de concluir imponiendo la pena correspondiente acorde a los hechos que resulten probados. Tampoco nos corresponde abrir juicio acerca de lo ético, porque ello está –acorde la gravedad del suceso- absorbido en lo jurídico-penal; por último también destacamos que no gozamos de competencia profesional para hacer referencias a la condición psicológica o emocional del odontólogo. Nos queda en rigor, sólo ejercitar una reflexión acerca de lo socio-profesional y las incumbencias de los ámbitos colegiales responsables de los contralores de los mencionados ejercicios médicos.
Para ello advertimos en primer lugar, que estamos frente a lo que sería una suerte de comportamiento de encarnizamiento no terapéutico y que por la investidura del sujeto que lo cumple –un odontólogo-, en el ámbito en que ello es realizado –consultorio profesional o espacio sanitario debido- y bajo las condiciones en que es requerido dicho servicio –un paciente que acude por una molestia bucal-; naturalmente que no autoriza nombrarlo meramente como una acción de un individuo con algún desequilibrio que le brinda placer, el propiciar sufrimiento a sus pacientes. Tampoco es el Dr. Van Nierop, un investigador que está dispuesto a derrumbar todas las fronteras éticas para llevar adelante experimentos corporales a los fines de lograr con ello, el descubrimiento de algo o una aplicación inmediata para algo, al mejor estilo de J. Mengele.
En verdad se esta solo, frente a un sujeto terriblemente dañino y seguramente con una patología psiquiátrica notable y que ha retrotraído a más de por la gravedad de lo que ha hecho, por el innecesario dolor que ha infringido a sus pacientes y por la evidente disfuncionalidad bucal que a muchos habrá producido; a los tiempos históricos, donde la odontología era ejercida por los barberos en la vía pública y donde habían ganado fama de carniceros más que de otra cosa. La historia de la medicina, debió esperar varias décadas para que fueran reconocidos tales individuos, como una categoría específica de cirujanos y luego como profesionales autónomos de la medicina general.
Más allá de lo dicho, el caso en cuestión, quizás sea un buen ejemplo para disparar la reflexión referida a los niveles de atención que ad intra de los cuerpos colegiales profesionales hay que promover. 
Pues naturalmente que en las profesiones liberales ello tiene su complicación, pero tampoco se pueden producir situaciones como la comentada, donde los ámbitos colegiales y deontológicos no ejercitan, ni siquiera muchas veces lo intentan hacer; el tener alguna preocupación, por saber cómo se encuentra el equilibrio psicológico de sus integrantes para que con ello a la vista, evitar al menos con mayor eficacia, que se produzcan prácticas profesionales como la que nos ocupa; la que señalamos ahora, más que ser una mala praxis –aunque lo sea- se trata de realizaciones profesionales cumplidas bajo el marco institucional correspondiente y que por ello deben ser consideradas como contra-terapéuticas y con ello, poniendo en crisis el principio de toda práctica médica: primum non nocere (primero no dañar).

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